Feminismo y Sexo

Durante mucho tiempo y en diversas culturas, el rol de la mujer no sólo se limitaba a procrear, sino que además se limitaba o castraba la posibilidad del goce sexual. En el relato bíblico del génesis se puede apreciar claramente que la mujer era el canal por el cuál el mal llegaba al hombre, esta lectura del relato en la cultura occidental judeo cristiana ha generado un sin número de traumas a la sexualidad femenina, puesto que cualquier sentido de curiosidad sobre su propio cuerpo, sentidos y sensaciones eran leídas en su propio subconsciente como algo pecaminoso. De esta forma se producía una auto censura que atentaba contra la libre sexualidad desde la auto represión sexual. ¿Qué espacio podría encontrar el goce, el orgasmo, el clítoris, la masturbación, el autoconocimiento y la aceptación sexual? Pues, ninguno. La cultura limitaba a las mujeres desde el elemento más poderoso con el que cuenta, que no es otra cosa que su sexualidad. La cuál es la explicación, por ejemplo, del porque en la humanidad no tenemos ciclos limitados de apareo, sino que afortunadamente, las mujeres se encuentran fértiles la mayor parte del tiempo y el sentido del goce sexual es el principal motor sensorial, frente al olfato que predomina en otros animales. Pero gran parte de la visión productivista occidental moderna ha buscado limitar la distracción del hombre fuera del trabajo, limitando su capacidad de emancipación, naturalizando de esa forma la auto represión, la cuál era llevada a los hogares. Así las mujeres no sólo se encontraron con la culpa religiosa, sino que además con la auto represión productivista moderna. De esta forma, el patrón cultural religioso productivista se ha convertido en un elemento castrante de la sexualidad femenina, la que, gracias a la velocidad de intercambio de la información nacida en el siglo XX, ha permitido que culturas liberales se vayan afianzado en gran parte de la sociedad.

Este proceso no es nuevo, a lo largo de la historia, nos hemos encontrado con diversas expresiones liberales que sectores más conservadores han buscado aplacar, porque la libertad sexual contradice a la sexualidad para procreación, en una la mujer tiene un rol autonómico y en el otro sólo hay sumisión con un fin productivista. En varias culturas los juguetes sexuales femeninos fueron elementos religiosos de culto, y la libertad sexual femenina era considerada un don divino.

Lo cierto es que la sexualidad es un elemento central para que las personas tengan una salud íntegra, desde el sistema nervioso, hormonal, inmunitario, etc. La sexualidad y el goce sexual, como quedó demostrada durante las largas cuarentenas, son elementos centrales en el sentido de la vida y por tal motivo, invitamos a nuestras amigas, amigos, clientes y clientas a que disfruten de una vida plena y sana por medio del autoconocimiento, la autoexploración y el disfrute solitario o en pareja.

 

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